No creo en los anuncios apocalípticos sobre Colombia. No me inquietan los análisis de medios internacionales que, al calor de la coyuntura generada por los desórdenes callejeros y el duro pico de la pandemia, aseguran que el nuestro es un país inestable y lo incluyen -sin fórmula de juicio sensato- en una especie de mapa de la anarquía.
Pienso exactamente lo contrario. La crisis, coyuntural sí, pero transitoria también, ha puesto a prueba el vigor de las instituciones y la resiliencia de los colombianos. Las primeras han venido sorteando con éxito la prueba mientras que la gente sigue haciendo su mejor esfuerzo por salir adelante.
Descartadas fórmulas extremas como la emisión monetaria acelerada y los planes de choque fiscal, el gobierno prevé en su Marco Fiscal del Mediano Plazo -con indicadores aterrizados- que nuestra economía crecerá este año un 6 %. Incluso hay organismos internacionales que consideran que nuestra economía tiene los atributos para hacerlo a un ritmo superior. El Banco Mundial, que esta vez se apartó de los pronósticos del Fondo Monetario Internacional, estima que posiblemente estará por encima del 6,5 %.
El espaldarazo de las organizaciones internacionales se refleja también en las condiciones locales. A pesar de los bloqueos y paros que dificultaron la movilidad y la recuperación de distintos sectores productivos, el Dane calcula que el PIB crecería más de 5 % en 2021. Al menos el primer trimestre registró un crecimiento de 1,1 %. Así, los sectores de comercio, reparación, transporte, alojamiento, industrias manufactureras y la agricultura aportaron en 7,9 puntos porcentuales al alza de 11,8 % del Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE).
Por si fuera poco, otra señal positiva de que Colombia avanza en su recuperación económica tiene que ver con la inversión extranjera, la cual creció 66 % en el primer trimestre de 2021, de acuerdo con datos de ProColombia. Además, la tasa de desempleo en abril de 2021 fue 15,1%. En el mismo periodo del año anterior fue de 19,8 % lo que demuestra una leve pero sostenida recuperación de los empleos perdidos.
El aporte de los departamentos ha sido esencial para que ahora podamos respirar el clima de la reactivación. Su producción agropecuaria, el potenciamiento progresivo de su capacidad exportadora, como lo destaca el Banco de la República en sus más recientes informes sobre el pulso de la economía regional.
La responsabilidad y disciplina fiscal, aun en medio de las dificultades que comenzamos a superar, se ha mantenido al margen de duda. Si bien los requerimientos financieros han sido crecientes, se ha mantenido moderada la necesidad de apalancar los gastos con deuda pública.
Al terminar la vigencia de 2020, los activos financieros de las entidades territoriales y sus descentralizadas se acercaban al 3,5 % del PIB. El déficit se ha mantenido por debajo del 1 %, aunque los estudios realizados por el Ministerio de Hacienda no consideran todavía en sus cálculos los recursos que se derivarán el reformado Sistema General de Regalías (SGR). De hecho, antes de la emergencia generada por la pandemia se hacía evidente un incremento en las inversiones no financiadas con cargo al SGR.
Tras la reapertura, comenzará a observarse en breve tiempo una nueva dinámica de la inversión por el ciclo presupuestal y la recuperación de la industria manufacturera y el comercio. La restructuración de los Planes de Desarrollo Regional.
Importante resaltar que la transformación a la digitalización acelerada provocada por la pandemia podría conducir a un mayor dinamismo en múltiples sectores, pues las plataformas electrónicas podrían crear oportunidades de empleo. De acuerdo con la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico (CCCE), en el primer trimestre del 2021, el comercio electrónico movió cerca de $8,56 billones, con un aumento del 44,3 % respecto al primer trimestre de 2020 y de un 72 % en comparación al mismo trimestre de 2019. Si bien la dinámica del crecimiento en 2021 en América Latina, y en particular en Colombia, está sujeta a un eventual rebrote de la pandemia, al igual que la agilidad para producir y distribuir las vacunas y de la capacidad para mantener los estímulos fiscales y monetarios para apoyar la demanda agregada y a los sectores productivos, es imperativo entender que, como lo ve la Cepal, se requiere de una transformación productiva, que favorezca la generación de empleo y la innovación tecnológica, y Colombia está encaminada en esto. Por si fuera poco, otra señal positiva de que Colombia avanza en su recuperación económica, tiene que ver con la inversión extranjera, la cual creció 66 % en el primer trimestre de 2021, de acuerdo con datos de ProColombia. Además, la tasa de desempleo en abril de 2021 fue 15,1%. En el mismo periodo del año anterior fue de 19,8 %, lo que demuestra una leve pero sostenida recuperación de los empleos perdidos.
Es momento de recordar una premisa que, aunque conocemos, parecemos olvidar: a pesar de las dificultades, estamos en el escenario idóneo para invertir y apostar por Colombia, y estamos llamados a ejercer un positivo liderazgo en América Latina que lleve a un fortalecimiento de la región.
Hay razones para mirar el futuro con optimismo y para confirmar que la estabilidad de la economía colombiana y la solidez de sus instituciones hacen de nuestro país, con sus dos océanos y sus recursos utilizables, la mejor esquina de ese gran barrio, complejo y diverso, llamado subcontinente latinoamericano.