Es innegable que esos factores han caracterizado a vastas zonas del litoral, pero también lo es que su línea costera de 1.544 kilómetros de longitud, sus aguas jurisdiccionales de 359.948 kilómetros cuadrados y su porción territorial de 131.301 kilómetros -equivalente al 11,49 % de la superficie nacional- albergan un mundo de recursos y oportunidades que apenas comienzan a ser descubiertos y aprovechados de manera consciente y sistemática.
Con esa perspectiva en mente, los gobernadores de Cauca, Chocó, Nariño y Valle del Cauca vienen generando procesos de integración y lo están haciendo al amparo de políticas públicas que ya no conciben a los departamentos y a las ciudades como los pivotes exclusivos del desarrollo, sino que trascienden ese modelo para consolidar los esquemas asociativos y fortalecer así el concepto de región.
De su caja de herramientas para planear un nuevo presente y un futuro más promisorio para el Pacífico hacen parte la reciente reforma al Sistema General de Regalías, La Ley de Regiones que dio vida a las Regiones Administrativas de Planificación y la tendencia favorable a un crecimiento económico post pandemia que atraerá mayor inversión extranjera, estimulará el turismo y generará empleo.
Las iniciativas conjuntas de los cuatro departamentos en los que palpita el corazón del Pacífico se enfocan por estos días en el uso racional y efectivo de su participación en el 40 por ciento de la bolsa regional de regalías que está reservado a la ejecución de proyectos de alto calado social en los campos de la ciencia, la tecnología, la innovación y el desarrollo ambiental.
Por eso la región aguarda, con las mejores expectativas, que comiencen a operar los Ocad regionales. Espera también que sean agilizados los trámites para los conceptos de viabilidad de los proyectos. Está a la expectativa, adicionalmente, de la definición de los requisitos de los proyectos de inversión, con el propósito de dotarlos de seguridad y estabilidad jurídica y procedimental y de facilitarles a los territorios su tarea de darles directamente viabilidad.
El Pacífico es una región de oro, no solo por los yacimientos que se encuentran en las entrañas de la tierra de Chocó y Cauca, sino por la potencialidad de los recursos de los departamentos que la conforman.
No en vano, el Valle del Cauca es el tercer departamento más competitivo del país. Cuenta con el puerto marítimo por el que transita el 35 por ciento del comercio exterior y, según ProPacífico, y cuenta con las mayores empresas exportadoras de confitería, caña de azúcar, textiles, piña y frutas congeladas.
Cauca muestra su vigor como uno de los departamentos con más fuentes de agua y mayor potencial para la generación de energía hidráulica, primer productor de cunicultura y tercero de pollo, mientras que Chocó, una de las regiones más biodiversas del mundo, tiene en Condoto la capital mundial del platino. Nariño se suma a la sinergia regional como una verdadera potencia en cultivos agroindustriales.
El Pacífico de oro -como insisto en llamarlo- tiene un potencial humano de 8′237.407 habitantes. Alberga en su seno al 30 por ciento de las comunidades indígenas del país y el 40 por ciento de la población afrodescendiente. Se erige, con sus mejores títulos y méritos, en cuna de la biodiversidad, del potencial logístico, agroindustrial y pesquero y en uno de los epicentros del turismo religioso en América Latina. Su vocación por la economía verde es incomparable y está llamada a darle enormes réditos sociales.
Sus atractivos y parques nacionales naturales obligan a que todos trabajemos en darle el impulso que merece su desarrollo y le garanticemos el tratamiento reservado a uno de los mejores escenarios habilitados para el fortalecimiento regional como nuevo núcleo de la prosperidad nacional. El Pacífico dibuja uno de los mejores perfiles de Colombia como un país de regiones.