Hace tan solo un año, la economía colombiana capoteaba una de las más graves tormentas del último siglo. Expertos de distintas escuelas hablaban entonces de un ciclo de recesión con potenciales efectos comparables a los de la depresión de los años 30 y algunos dibujaban cuadros apocalípticos bajo el influjo de la crisis generada por la pandemia.
Hoy, en contraste, el panorama luce más despejado y existen razones bien fundadas para mirar con optimismo las nuevas perspectivas de crecimiento económico. Si bien algunos especialistas prevén un fortalecimiento progresivo del PIB por efectos de un fenómeno como “rebote estadístico”, no podemos desconocer que las decisiones adoptadas con buen pulso y criterio por el Gobierno están contribuyendo a que la reacción favorable de la economía encuentre fuertes cimientos estructurales.
En medio de las fuertes presiones que soporta el gasto público, de los bloqueos generados por el paro, de la parálisis de no menos del 22 por ciento de las empresas colombianas, el Estado en todos sus niveles ha sabido articular esfuerzos para ir superando, cada vez con mejores augurios, un panorama en la que la economía y la salud pública son elementos transversales de la crisis.
El Plan de Vacunación se abre paso y estimula la conciencia social sobre las responsabilidades colectivas que debemos asumir. Al ritmo de su avance, se abre paso una reactivación progresiva y los inversionistas extranjeros, antes prevenidos por los diagnósticos poco favorables de las calificadoras de riesgo, encuentran cada vez mejores opciones para invertir en el país. Mientras se abre paso la recuperación, el espectro del desempleo comienza a doblar su cerviz.
El nuevo panorama se ve favorecido, al propio tiempo, por los efectos de las normas de excepción -que merecen cobrar vigencia más amplia en el tiempo- que han dado mayor margen de maniobra a las administraciones territoriales para el manejo del gasto y de la deuda pública.
A mediados de junio, luego de conocerse el resultado de los sorprendentes datos económicos de abril que confirmaban la gran capacidad de recuperación de la economía del país, comenzaron los ajustes en las proyecciones de crecimiento de la economía colombiana.
La manera como han evolucionado los pronósticos confirma que estamos vislumbrando nuevas sendas para el crecimiento. Hasta finales de mayo la mayoría de las entidades de investigación económica del país tenían pronósticos bastante conservadores, que en promedio ubicaban esta cifra alrededor del 5,3 %. Pero los buenos resultados económicos de abril, la aceleración que ya mostraba el proceso de vacunación y los mejores precios internacionales que ya comenzaban a verse en productos como el café y el petróleo, lanzó a los economistas las señales necesarias para mejorar las perspectivas y dar paso al optimismo.
En junio, el gobierno subió la perspectiva de crecimiento de la economía de 5 a 6 %. También el Banco Mundial decidió en ese momento ajustar su proyección, que previamente había estimado en 5 %, y la subió a 5,9 % para este año. La Ocde, por su parte, fue más optimista y previó un aumento del 7,6 % en la economía colombiana en 2021.
Fedesarrollo, entre otros importantes tanques de pensamiento del país, estimó en ese momento que el crecimiento de la economía del país podría llegar al 7,2 %, muy superior al 4,8 que había previsto antes. Anif también hizo un ajuste al alza en este pronóstico que tenía en 4,3 % y lo subió al 6,6 % para el año completo 2021.
La calificadora de riesgo Moody’s Investors Service también ingresó en el grupo de los que mejoraron la proyección de crecimiento del PIB colombiano: del 6,5 % estimado inicialmente lo subió al 7 %.
Las fuentes que sustentan estos pronósticos son más amplias. Bastaría con mencionar que el BBVA Research, el departamento de investigaciones del banco BBVA, subió su proyección para la economía colombiana a 7,5 %, luego de que la había tasado en 5,5%. Corficolombiana también la ajustó sus proyecciones sobre el comportamiento del PIB colombiano, y lo pasó de 5,3 % al 7,2 %.
No se trata, como vemos, de los que se podría llamar pronósticos oficiales del Gobierno. Las miradas independientes tienen un amplio espectro: en el departamento de investigación económica de Bancolombia, por ejemplo, hay más optimismo y sus analistas creen que el PIB crecerá 8% este año, y logrará recuperar lo perdido en 2020 por culpa de la pandemia. Credicorp Capital también decidió subir sus proyecciones, del 4,8 % previo al 6,5 %.
A pesar de la pandemia, del prolongado paro, de los inevitables efectos de la campaña política que se avecina y de los problemas transitorios generados inicialmente por los anuncios sobre ajustes tributarios y por la pérdida del grado de inversión del país, hay optimismo debido a la rápida reacción de la economía colombiana a medida que las ciudades eliminaron restricciones; los avances en el Plan Nacional de Vacunación y la capacidad de reacción de los sectores económicos, que han mostrado gran resistencia. Todo eso sin ignorar, claro está, los efectos de las medidas con rostro social adoptadas en todos los niveles del gobierno.
Ha llegado la hora de capitalizar las nuevas perspectivas.